Sí. Me llevaste a París.
Ese es el recuerdo de hoy.
Acababas de tener tu Marengo.
Estabas pletórico, animoso,
Y, por qué no decirlo, algo insoportable.
Aunque en aquellos días yo no pudiera verlo así.
Lo que da de sí una semana.
Paseos a orillas del Sena, Nôtre Dame, El Louvre…
Champs Élysées, la tour Eiffel,
Le Sacré Coeur, Montmartre…
¿Estábamos?
Caminamos sobre adoquines,
Nos sentamos en los bancos del boulevard.
Me encargaste un retrato bohemio.
Pero no me compraste flores.
Eché de menos
Una rosa.
Marengo, no era blanco.
Tu estatura tampoco era sobrada.
Pronto empezaron las caídas.
Las batallas que dejan cicatrices.
Y tú como todos, al fin,
Tuviste tu Waterloo.
Y yo quedé, espectadora de la historia.
Testigo de la montaña rusa de la vida.
Invierno ruso.
Frío invierno.
Lejos de París…